domingo, 18 de octubre de 2009

Ariel y Denny abandonan Solterilandia en Diciembre 2009

Por qué sigo soltera?

Es la pregunta de muchas mujeres que a pesar de haber intentado de todo, todavía no encuentran un hombre. Cuáles son los errores que hay que evitar en el momento de las citas...

Son mujeres que han intentado de todo para conocer a un hombre que las cautive. Se han apuntado al gimnasio, a diferentes cursos, a bailes, pero nada resulta. Las amigas ya han agotado todos los amigos y conocidos de amigos posibles. No tienen a quién presentarle. “Las mujeres de cuarenta años sobre todo, son quienes más sufren esta necesidad de conocer a alguien que valga la pena.

Ya han tenido sus historias que por el motivo que sea no ha llegado a dar los frutos queridos, siguen solteras, pero con mucha historia detrás, muchos miedos y frustraciones. Ya conocen demasiado a los hombres y suelen combatirlos antes de darles la oportunidad de conocerlos. Se convierten en adictas a conocer gente, pero no se animan a profundizar en una relación porque creen que ya lo han visto todo”, comenta la psicóloga española Marimar Terrera Casco.

El problema fundamental que afecta a las mujeres que no han podido encontrar una pareja estable con la que compartir la vida se halla en la baja autoestima que presentan.

“Hay un patrón muy definido que se caracteriza por la poca confianza que se tienen estas mujeres que ya llegan a una edad en la que es muy difícil hacerles desaprender ciertas costumbres que las han sabido sepultar en la búsqueda del amor.

No es fácil introducirlas nuevamente en el camino de la seguridad y la valoración que una vez han tenido, pero que por las circunstancias que sean, han perdido y por ese motivo han transitado por un sendero que solamente les ha ocasionado un boicot”, explica la especialista. Las mujeres necesitan estar en mucha comunicación, dialogar constantemente, contar lo que les pasa, que las escuchen. Ya sea una amiga, una hermana o una terapeuta.

“Hay que machacarlas y decirles cómo deben comportarse, recordarles quiénes son en realidad y llenarlas de confianza y fe. No queda otra opción. Deben ponerse lindas, salir a la vida como antes, disfrutar de sus logros y enfrentar a los hombres con fortaleza y seguridad. Esa es la única opción valedera para que un hombre las vea realmente como son y se enamore de ellas”, continúa diciendo Terrera Casco.

Errores más frecuentes que se cometen en una cita

- No es aconsejable recordar a una ex pareja o a muchas y pasarse el tiempo hablando de ellas.

- No permitirse la experiencia de conocer a la persona que se tiene en frente por prejuicio o porque ya cree conocerlo todo. Hay que abrir la mente y dejar que el otro hable y se exprese con sinceridad. Ninguna persona es igual a otra.

- No transmita resentimiento o tristeza en su primera cita. Hablar constantemente de sus fracasos amorosos no es buena señal para comenzar una posible relación amorosa. Solamente le dejará una postura de víctima que no le hará correr con ninguna ventaja.

- No hable demasiado de su pasado porque cualquier detalle puede condenarla. Tampoco se debe mentir. Sólo ser cautelosa e intentar relajarse para pasar un buen momento como si fuera la primera vez.

- Evitar decir cosas negativas o comentar problemas familiares, peleas o distanciamientos.

Consejos para que una cita sea positiva

- Ser sincera y no intentar aparentar algo que no se es.

- Poner atención en lo que dice el interlocutor. El interés es clave cuando se intenta conocer a alguien. Si luego se pregunta algo sobre lo que la persona ha contado, seguramente se creará un clima propicio lleno de estímulo e interés.

- Los temas más simples son los mejores para comenzar a conocerse. Nada de discusiones sobre temas muy pesados o importantes.

- Dejar los prejuicios de lado y no pensar de antemano algo que puede no ser. Lo mejor es dejarse llevar por el momento y la situación.

sábado, 10 de octubre de 2009

UN CORAZÓN COMPAÑERO

por el Hermano Pablo

Andaba en busca de un corazón, y en esa búsqueda viajó de Honolulu, Hawai, hasta Los Ángeles, California. Buscaba un corazón que fuera afín al suyo, adaptable a su misma sangre. La necesidad era urgente porque su corazón ya no funcionaba como debía. Se trataba de Jason Pacheco, un niño de dos años de edad. El pequeño sufría un mal congénito. El corazón se le moría dentro de él. Y si no se hallaba otro para el trasplante, Jason de seguro fallecería.

Desde aquel primer trasplante de corazón algunas décadas atrás, la ciencia de los trasplantes ha progresado de manera asombrosa. Miles de vidas han sido rescatadas de las fauces de la muerte gracias a un trasplante.

En el caso de Jason, el corazón tenía que ser, más o menos, de su misma edad, es decir, de unos dos años, y tenía que ser de su mismo tipo de sangre. La raza del donante y el color de su piel no importaban, pero sí tenía que ser un corazón compatible, que se adaptara al cuerpo de Jason, y tenía que ser implantado en su pecho a tiempo. Desgraciadamente Jason no resistió la espera.

Al igual que Jason, aunque no en el sentido físico, todos necesitamos un corazón compañero. Un corazón que simpatice con nosotros, que tenga nuestros mismos sentimientos e ideales, y especialmente nuestra misma fe. Un corazón que no sólo sea compatible, sino que nos ame. Que nos ame con un amor eterno.

Permítame, joven, señorita, dirigirme, hoy, específicamente a usted. Quizá usted está, hoy mismo, en busca de un corazón. La primera atracción al sexo opuesto es una atracción física, y esto es completamente normal. Pero en eso, precisamente, consiste el engaño. Es que la atracción física, sola, no es suficiente para asegurar largos años de matrimonio feliz.

Cuando se case, tenga por seguro que hay por lo menos tres elementos necesarios para un largo y feliz matrimonio. Primero, no sólo ame el cuerpo de su cónyuge, sino también su alma, su corazón, su ser entero. Esa clase de amor asegura la absoluta y eterna fidelidad. Segundo, acepte a su pareja tal cual es. No trate de cambiar a su cónyuge. Esa linda persona que es su pareja será como es, por toda la vida.

Tercero, ríndase de modo absoluto, junto con su cónyuge, al señorío de Cristo. El egoísmo, que es el mayor destructor de matrimonios, no prevalece cuando Cristo es Dueño absoluto. Asegure el éxito de su matrimonio comenzando con Cristo en su corazón. La motivación espiritual es el estímulo más fuerte de esta vida.


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