jueves, 10 de abril de 2008

La Pareja Perfecta


A nadie le gusta que lo obliguen a iniciar una relación. Que nos “arreglen” una cita de amor o que parientes o amigos, sinceros pero dominantes, constantemente nos acosen respecto a nuestra vida sentimental puede ser incómodo, cuando menos. Y aunque la persona en cuestión desee casarse algún día, el proceso, que a menudo es engorroso, de encontrar la persona adecuada puede parecer más problemático que beneficioso. Si a eso se le añade el riesgo de tomar una decisión que altere la vida de uno, el proceso puede ser paralizador. En muchas partes del mundo, una persona soltera no puede escoger con quien casarse. La familia (por lo general el padre) es quien arregla los matrimonios, y a las novias se les trata más bien como propiedad de la familia. La popular obra musical “El violinista en el tejado” representa a tres jóvenes judías que tenían miedo de llegar a ser compañeras renuentes en matrimonios arreglados con hombres de Anatevka, su pequeña villa rusa. Cantaban de gozo para que la casamentera les encontrara el “compañero perfecto”, pero luego, en la misma canción, decían a la casamentera que por favor no se precipitara. A medida que la historia progresa se esfuerzan para cambiar la actitud de su padre, Tevye, hacia la selección matrimonial. Aunque la casamentera seguía muy activa en Anatevka, y aunque los padres eran una fuerza poderosa en la familia, las hijas de Tevye consiguieron convencerlo para que les diera permiso para casarse con los muchachos que amaban, excepto una de las hijas que insistía en casarse con un joven que no profesaba su misma fe. Las actitudes hacia el matrimonio siguen cambiando. En las culturas muy móviles y urbanizadas donde los clanes familiares no son las fuerzas principales (y los padres no mandan como reyes), el proceso de decidir con quien casarse ha cambiado y ha recaído en la preferencia individual de los solteros involucrados, aunque por lo general con el deseo de que la familia apruebe la elección. Pero esto no siempre significa que los solteros tomen mejores decisiones. Los jóvenes solteros y las personas mayores divorciadas o viudas son todas capaces de casarse por razones equivocadas. Una persona joven podría casarse en base de sentimientos románticos solamente... o sólo por razones fríamente calculadas. Una persona divorciada podría volverse a casar sin haber aprendido de los errores del pasado... y escoger a la persona errada por razones equivocadas. O una persona viuda que se sienta desesperadamente sola podría precipitarse a comenzar una nueva relación y casarse... para lamentarlo después. La Biblia ofrece principios útiles que se aplican a jóvenes y viejos, a personas que se casan por primera o segunda vez, a los matrimonios arreglados o a los inducidos por el romance.

Tomado del folleto: ¿Cómo saber con quién casarse?

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